11 de marzo de 2023

Una charla con Perón

Código espía… cuando las escuchas las ordenan los cortesanos

 

Por Atilio Boron


Días atrás fui a ver el estupendo show de mis amigos de RS Positivo (“Sigloveintenials” se llama) en un boliche llamado “Un Café con Perón”, en el elegante barrio de Recoleta.  Cuál no sería mi sorpresa cuando al llegar me pareció ver, a un costado y alejado del espacio reservado para los asistentes, al mismísimo general sentado a una mesa y tomando pausadamente un café, con la vista clavada en una ventana. Ganado por la curiosidad y pensando que había caído víctima de una alucinación me acerqué en puntas de pie, intrigadísimo por el fenómeno sobrenatural del cual estaba siendo testigo. Dí un paso más y comprobé que sí, que él estaba allí, con su vista clavada en algún lugar de la pared de enfrente y claramente ensimismado en vaya uno a saber qué pensamientos. Pero de pronto advirtió mi presencia y me hizo un gesto amistoso, señalándome con la mano una de las sillas que rodeaban la pequeña mesa del bar. Luego de los saludos de rigor me senté en la que estaba a su izquierda (tal vez porque ese fue siempre el lugar desde el cual me relacioné con “el viejo”) y se produjo este diálogo que paso a relatar.

Perón- “¿Que tal, Boron? ¿Qué lo trae por aquí? ¿Vino a divertirse un rato?”  

Yo- “Sí”, alcancé a balbucear, todavía atontado por la sorpresa. “La verdad que no esperaba encontrarlo en este mundo. Usted lo abandonó en 1974, un día que recuerdo muy bien por su enorme significado político y además porque es el de mi cumpleaños. ¿Puedo preguntarle que hace aquí?”

Perón- “Es que allá arriba me aburro, y como la Argentina está siempre en problemas de repente me pego un viajecito para ver que están haciendo los muchachos …. Mis herederos, como les gusta llamarse, pese a que dije que mi único heredero era el pueblo.”

Yo- “Bueno, ya que se produjo este ¿qué decir: sobrenatural, feliz? encuentro? le digo que venía a ver la actuación de mis amigos, pero estando usted aquí no voy a desaprovechar la oportunidad de charlar un rato sobre la situación nacional. Además le digo que aunque a veces sustentemos opiniones diferentes …

Perón- “… sí, lo sé, usted es de la escuela del ‘bebe Cooke’, un pensador crítico e inconformista, nunca complaciente. Yo polemicé mucho con él pero debo reconocer que al fin y al cabo Cooke tenía razón.”

Yo-  (complacido por la comparación) “… siempre  es aleccionador conversar con un estadista porque es una especie en rápida extinción, en todo el mundo y no sólo en Argentina. Mire nomás los mediocres, para ser caritativo con mi crítica, que hoy gobiernan en países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Italia, Francia o España. Gentes que en la época de su primer gobierno no habrían siquiera llegado a ser alcaldes de una pequeña ciudad. Compare a Roosevelt con Reagan, Bush hijo, Trump o Biden; Adenauer, o la misma Merkel, con el indigno lacayo Scholtz;  De Gaulle con Sarkozy o Macron;  Churchill con Boris Johnson o Rishi Sunak, el agente de bolsa que hoy es Primer Ministro del Reino Unido y la diferencia es espeluznante. Y no es para idealizar a los primeros, todos cómplices de los crímenes del imperialismo, pero eran estadistas, conocían el arte de la política y sabían lo que era conducir un Estado. 

Perón- “Esa decadencia que usted señala es indiscutible. Mire, a mí no me gustaba para nada Churchill. Era un viejo borrachín y tramposo, pero era un estadista y tenía una visión panorámica de la realidad mundial. ¡Pero fíjese lo que pasa hoy en Estados Unidos! El tándem Biden-Blinken no puede ni sentarse a conversar -no digo negociar, sino conversar- con Putin-Lavrov porque los rusos les pasan por encima ya que tienen el mapamundi con todas las complejidades del tablero geopolítico mundial en sus cabezas mientras que aquéllos tienen una visión parroquial de la política internacional, que comienza en Washington y termina en Delaware, y con suerte en Londres. Por eso la interminable serie de traspiés que ha sufrido Estados Unidos en la arena internacional desde hace décadas. Putin y Lavrov, en cambio, son estadistas; tienen una mirada global y a la vez atenta a los matices nacionales y regionales. Me parece que también Xi Jinping entra en esa categoría, aunque a éste lo conozco menos. Y entre los argentinos sólo Cristina, porque del resto de la clase política mejor ni hablar y lo digo sin querer faltarle el respeto a nadie.”

Yo- “Es así nomás, porque desgraciadamente a causa de la degradación de la política en el marco de la “cultura neoliberal” los políticos de ahora, salvo honrosas excepciones, son productos de laboratorio. Los fabrican en una línea de montaje a fuerza de encuestas, focus groups, la manipulación de los algoritmos y el neuromarketing político. Lo que importa es la imagen y el discurso, que debe ser lo más deslavado posible y totalmente vacío de contenido propositivo. Por eso, salvo contadas excepciones, los políticos de la derecha, del centro, y la centro-derecha son marionetas semianalfabetas, sin pensamiento ni voluntad propias manejados por las fuerzas del mercado, o sea, el gran capital. Inclusive algunos que llegan al gobierno por izquierda rápidamente sufren un ataque de “realismo posibilista” y abandonan sus programas reformistas y se convierten en lacayos del emperador de turno que habita la Casa Blanca, aún a costa de sacrificar el interés nacional o el bienestar de sus pueblos. Espero que sepa comprender que un analista político como yo no podía dejar pasar la oportunidad de conversar con usted sobre estos temas, uno de los pocos sobrevivientes de esa especie en extinción: los estadistas.”  

Perón- (halagado por la comparación). “Gracias por sus palabras, pero ya que está aquí permítame que sea yo quien lo interrogue a usted.”

Yo- (sorprendido, balbuceo)- “¿Qué?, ¿Usted interrogarme a mí? (Nervioso, carraspeo, trago saliva para ganar tiempo y, resignado, le digo) … Bueno, usted es el dueño de casa así que adelante, lo escucho.”

Perón- “Voy al grano. Mire: cuando llegué al gobierno, en 1946, la Argentina era comparativamente un país más pobre que hoy. Sí, ya sé. Usted me va a recordar que éramos el granero del mundo, que teníamos grandes exportaciones de carne, existía una pujante industria liviana y algunas cosas más. Es cierto, pero, ¿sabe qué? No había más que eso. Hoy la Argentina tiene todo aquello y mucho más. Potenciado por las tecnologías del agronegocio el campo produce rendimientos fabulosos por hectárea, inimaginables en los años cuarentas o cincuentas, y con una soja que se cotiza a 570 dólares la tonelada en Chicago. Además seguimos teniendo una gran producción de granos y de carnes, se consolidó una industria que cuenta con algunos sectores competitivos internacionalmente y con capacidad de exportar. Encima somos un emporio gasífero (Vaca Muerta), tenemos una de las mayores reservas mundiales de litio (que se cotiza a casi 80.000 dólares la tonelada), petróleo (unos 80 dólares por barril), oro (a 1.800 dólares la onza) para ni hablar de los productos de las economías regionales como el vino, o el limón tucumano, otros minerales y sin olvidarnos de la enorme riqueza ictícola de nuestro mar. Le recuerdo que el año pasado tuvimos un volumen record de exportaciones: ¡88.000 millones de dólares! ¿Estamos de acuerdo, tengo bien los números? ¿Es o no una Argentina mucho más rica que la de mi época?”

Yo-  “Sí general, tiene razón, es así como usted dice.”

Perón-  “Entonces le pido que me explique cómo es posible que con toda esa riqueza tengamos casi la mitad de la población debajo de la línea de la pobreza y un veinte por ciento más, imagino, que está haciendo equilibrio para no seguir la misma suerte de aquella mitad empobrecida. (Su voz se enronqueció mientras me decía eso) Los muchachos me pasaron unos datos sobre la distribución del ingreso … ¡que no me infartaron de milagro! Resulta que los asalariados perciben hoy el 43 por ciento del Ingreso Nacional, ¡menos todavía del 46 por ciento que obtenían durante el macrismo! Me dicen también que la mitad de los trabajadores formales ganan un salario que está por debajo de la línea de la pobreza. (Dejó a medio terminar el pocillo de café y me miró fijamente, enojado) Esto es ‘i-nad-mi-si-ble’ , dijo marcando con rabia cada sílaba; un escándalo, sobre todo cuando esto ocurre bajo un gobierno que se declara peronista, con funcionarios que cantan “la marchita” con mucho fervor pero que no muestran ese mismo entusiasmo cuando tienen que resolver los graves y urgentes  problemas que afectan a nuestro pueblo. Y la verdad es que esa situación es imperdonable, algo que me subleva, que me revuelve las tripas. ¿Tengo o no razón?, me preguntó casi gritando y acercándose a mi cara.”

Yo- “Claro que tiene razón: el Frente de Todos llegó al gobierno sin un proyecto claro y además surcado por profundas divisiones internas que incidieron muy negativamente en la gestión. Se contagiaron de los radicales, que los erotiza mucho más la polémica interna que la gestión gubernamental. Y encima los nuestros ventilan sus diferencias -en muchos casos meras pujas de egos inflamados por una exorbitante autoestima- a través de los medios, alimentando al sicariato mediático que tiene la derecha, que les juega en contra y que hoy es mucho más letal que el que existía cuando usted era presidente. 

Perón- “O sea, ¡la dan de comer a los contreras!”

Yo. “Así es, y esta situación produjo una suerte de parálisis administrativa en el seno del Estado o, en el mejor de los casos, instaló un alto grado de incertidumbre porque lo que decide un ministro con frecuencia es neutralizado por un vice que responde a otra de las fracciones del FdT, situación que también se reproduce en los peldaños inferiores de la administración pública. Si el ministro es “albertista” el vice suele ser “kirchnerista” o “cristinista” y viceversa, y en este tira y afloja se anulan mutuamente y se dejan de tomar decisiones que son imprescindibles e impostergables. Usted sabe mucho de estas cosas, porque las sufrió sobre todo en su tercer gobierno; pero ahora ese faccionalismo se ha potenciado porque usted era árbitro inapelable de esa pugna pero hoy nadie tiene esa potestad, ni Cristina ni menos todavía Alberto. Para colmo en el 2020 vino la pandemia, la cuarentena y, de remate, el pesado legado del macrismo, que endeudó brutalmente a la Argentina y ató al país de pies y manos al FMI.

Perón- “Pero el pueblo, las organizaciones populares ¿no salieron a la calle para oponerse a ese préstamo? ¡Si ya Néstor nos había liberado de las tenazas del FMI pagando la deuda hasta el último centavo! Me acuerdo que él y Lula se pusieron de acuerdo y echaron al fondo de Argentina y Brasil a las patadas. ¿Cómo se aceptó tamaño retroceso?”

Yo- “La derrota a manos del macrismo fue traumática y produjo una enorme dispersión de nuestras fuerzas y encima cundió el desaliento. Y la derecha aprovechó muy bien esa situación coyuntural para avanzar arrolladoramente. ¡Si Macri trató de designar por decreto a dos jueces de la Corte Suprema, imagínese como sería la situación imperante en ese momento! Y después, cuando volvimos al gobierno, desgraciadamente se cometió un grave error al encauzar la negociación de la deuda con el Fondo por los carriles tradicionales , cuando todo aconsejaba un tratamiento heterodoxo elevando el caso de este préstamo ilegal, según la propia normativa del FMI, a la Corte Internacional de Justicia. Tendría que haberse denunciado la ilegalidad e ilegitimidad moral de un megapréstamo otorgado irregularmente por un organismo internacional (aunque, como decía Brzezinski, el FMI es una mera extensión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos) a la Argentina con el solo propósito de garantizar la re-elección de Macri. Un préstamo descomunal, impagable. De haberse optado por esta estrategia negociadora nuestra deuda habría entrado en la categoría que la jurisprudencia de Estados Unidos califica como “deuda odiosa” y la habría convertido en no exigible. Esta iniciativa nos habría sacado de encima por muchos años la lápida de la deuda a la espera del fallo de la Corte. Pero se prefirió avanzar por el camino trillado y ahora estamos pagando las consecuencias. Lo que hoy tenemos es un cogobierno entre el FdT y el FMI, esa es la verdad.”

Perón- (enciende un cigarrillo que fuma con ‘rápido y furioso’, su rostro súbitamente endurecido)- “¡Pero qué barbaridad! Dígame: ¿por qué carajos no denunciaron la ilegalidad del préstamo, por qué no lo hicieron?”

Yo- “Porque a pesar de que mucha gente ‘del palo’ lo propuso el gobierno decidió dejar todo en manos del ministro de Economía, cosa que usted jamás habría hecho. Pensaron que Martín Guzmán era José Ber Gelbard, pero aquél es un académico, un economista del mainstream, y encaró el problema con los criterios del FMI y del pensamiento económico convencional. Cristina se dio cuenta de esto y dio la voz de alarma, pero nadie en el gobierno le hizo caso. Una vez consumado el estropicio el presidente dijo que Guzmán le había mentido u ocultado la trama de la negociación. Pero la verdad es que éste hizo lo que quiso y el presidente se desentendió del asunto cuando tendría que haber monitoreado cada movida de Guzmán con una marcación ‘hombre a hombre’, como se dice en la jerga futbolera. Para colmo el del FdT es un gobierno que desconoce los rudimentos del arte de la ‘conducción política’ a la cual usted le prestó tanta atención y sobre el cual escribió un libro. El presidente y la vice pasaron largos meses sin conversar entre ellos, lo cual agravó la confusión y desorientación reinantes, no sólo en la opinión pública sino en los ministerios y, mejor que ni le cuente, en la propia militancia, todo lo cual dejaba las manos libres a Guzmán y redundaba en beneficio de la oposición. Además hay otro problema muy grave, general.”

Perón- (mueve la cabeza, arquea las cejas y, preocupado, llama al mozo y pide otro café)- “¿Más grave todavía. Dígame Boron, no estará exagerando? Mire que cuando estaba en Puerta de Hierro me venían con cada cosas …”

Yo- “No general, ninguna exageración. Le cuento: en la Argentina el Estado ha sido desguazado y por eso carece de fuerza para tomar decisiones de fondo. Es un estado espectral, esquelético, financieramente raquítico, de una pobreza franciscana. Recauda poco y mal y gasta aún peor a causa del bajo nivel de profesionalismo de una administración pública tradicionalmente maltratada por las crónicas restricciones presupuestarias que han padecido los sucesivos gobiernos. Por eso el funcionariado del Estado está mal remunerado, peor entrenado y, salvo excepciones, carece de los incentivos morales que requiere su cargo. El menemismo que (perdóneme que se lo recuerde, desgraciadamente, gobernó en su nombre ….”

Perón- (levanta su brazo como tratando de ahuyentar a un moscardón que estuviera revoloteando sobre su cabeza) “… ni me nombre a ese traidor, que desnaturalizó por completo nuestra doctrina y le entregó el país a la oligarquía. Con decirle que su abrazo con el criminal Almirante Isaac Rojas y el indulto a los miembros de las tres juntas genocidas es el menor de los enormes daños que le hizo al país …”

Yo- “…. Sí, y lo grave fue que lo hizo con el apoyo del PJ, los gobernadores peronistas y la CGT. Pues bien: Menem le propinó un golpe mortal al Estado con sus corruptas políticas del Consenso de Washington y sus privatizaciones en donde se remataron a precio vil grandes empresas del Estado (varias de las cuales creadas durante su primer gobierno), y se impusieron desregulaciones que agravaron la desigualdad económica y social al dejar que el mercado decretara quienes ganaban y quienes perdían, que eran siempre los mismos. Ganaba el capital, perdía el trabajo, así de simple. Menem acabó con los ferrocarriles de carga y pasajeros que usted con tanto orgullo nacionalizara; con ELMA, le Empresa de Líneas Marítimas Argentinas que llegó a tener 60 buques de carga. Además, liquidó la Empresa Líneas Marítimas del Estado (ELMA) y la flota mercante de YPF y de YCF. El Astillero Río Santiago se salvó, porque fue transferido a la Provincia de Buenos Aires. El resultado: hoy por el Paraná (la mal llamada Hidrovía) más de la mitad de la carga se transporta con barcos paraguayos y poco menos del diez por ciento con buques de bandera argentina, con las enormes pérdidas que tal cosa ocasiona. Menem también privatizó SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires) y las centrales distribuidoras y generadoras de energía eléctrica (cuyas concesiones casualmente vencen ahora, en 2023) y también privatizó los puertos (15 sobre el Paraná) y la Administración General de Puertos, además de Entel, Gas del Estado, los canales 7, 11 y 13 de la televisión, le entregó SOMISA a Techint, liquidó los peajes, todos los aeropuertos en operaciones escandalosas por total falta de supervisión estatal. 

Perón- “¿Pero no hay dispositivos legales que obliguen al cumplimiento de los plazos establecidos, de las obras a construir, en fin, de todo lo que la empresa privatizada debe hacer para garantizar el servicio que necesita la población?”

Yo- “Existen en el papel, pero no se los aplica. Le doy un ejemplo: en Ezeiza hace treinta años que están avanzando en la construcción de una nueva terminal, estacionamientos subterráneos, nueva torre de control, despacho de equipajes, etcétera….¡ y aún no terminan la obra, ante la pasividad de las autoridades!. En Ecuador Rafael Correa construyó en medio de la alta montaña el nuevo aeropuerto de Tababela/Quito con sus correspondientes autopistas de acceso en unos cuatro años, para que se de cuenta de lo que fue la estafa a la que fuimos sometidos con las privatizaciones. También privatizó la seguridad social con las AFJP. No conforme con este vil remate del patrimonio nacional le transfirió Aerolíneas Argentinas a Iberia: ésta desguazó la empresa, vendió sus aviones y las estratégicas oficinas comerciales que tenía en la Quinta Avenida de Nueva York, en Trafalgar Square de Londres, en los Champs Elysées de París y la Vía Veneto de Roma, y se robó todos los equipos del centro de entrenamiento de pilotos que había en Ezeiza. Nos costó mucho recuperar a nuestra empresa de bandera, que ahora Macri dice que va a volver a privatizar. 

No contento con este remate Menem también privatizó el Área Material Córdoba, ¿recuerda general?: fue allí donde en 1947 se diseñó y construyó el primer avión a reacción en un país del llamado Tercer Mundo, el Pulqui (que en el idioma mapuche significa ‘flecha’, algo que no creo se haya debido a la casualidad). En fin, inventariar la destrucción estatal del menemismo nos llevaría a conversar hasta la madrugada. Más tarde, con el advenimiento de la Internet ésta pasó a ser controlada por el Grupo Clarín y sus socios. También robaron Papel Prensa y se lo repartieron entre Clarín y La Nación. Y cuando Cristina logró aprobar una ley de Medios para desconcentrar el sofocante oligopolio que controla las comunicaciones audiovisuales la “Justicia” se encargó de neutralizar esa medida con fallos y medidas cautelares que fortalecían a los oligopolios mediáticos y maniataban a la población que recibe, indefensa, toneladas diarias de mentiras, y fakenews que envenenan los cerebros y los corazones de nuestra gente. Por eso la prensa concentrada constituye un verdadero ‘sicariato mediático’ que atenta gravemente contra la vitalidad de nuestra democracia. 

Perón- “Lo que me cuenta es una verdadera tragedia. ¿Cómo no hubo una reacción, un reflejo defensivo de nuestro patrimonio nacional?”

Yo- “Sí, hubo voces de protesta pero aisladas, inconexas. El consenso neoliberal era asfixiante y todavía sigue entre nosotros, aunque ya no con tanta fuerza. Ante la magnitud de esta debacle estatal hubo algunos intentos para revertir esa situación, pero no fueron suficientes. Hoy tenemos un Estado que no puede recaudar impuestos donde debe (es decir, en donde están la riqueza y las grandes ganancias) y en la cuantía que corresponde porque las grandes empresas y los ricos evaden y eluden sus obligaciones tributarias con la complicidad de abogados inescrupulosos, malos funcionarios y jueces corruptos. Fíjese general que los trabajadores que tienen un sueldo decente ¡pagan el impuesto a las ganancias!!! (¡sí, sus salarios se consideran como ‘ganancias’!). Y lo más ridículo es que los beneficios que producen los depósitos a plazo fijo no pagan ese impuesto ni tampoco el que se aplica a los bienes personales. Jueces, fiscales y miembros del Poder Judicial tampoco pagan el impuesto a las ganancias, pese a que sus salarios son varias veces superiores al del resto de la administración pública, los maestros y profesores universitarios y los investigadores del Conicet. En resumen: ¡no hay ciudadanía fiscal en la Argentina!, ni un Estado que pueda regular a los mercados o disciplinar a los monopolios formadores de precios y causantes de la inflación. El kirchnerismo recuperó algunas de las empresas privatizadas, como Aerolíneas Argentinas, AySA y además tomó una medida sabia y valiente: la re-estatización del régimen previsional, que bajo Menem había sido privatizado y creó programas especiales, como la AUH, la Asignación Universal por Hijo, que concedía una prestación mensual a la madre o padre con hijos menores de dieciocho años o que padecen de alguna discapacidad.  También recuperó a YPF que estaba en manos de la española REPSOL, pero aún así fíjese que no la convirtió en una empresa del Estado, como usted seguramente habría dispuesto, sino una sociedad anónima que cotiza en bolsa, entre otras en Wall Street. Y si quiere abastecer de combustible a un avión de carga venezolano, ilegalmente retenido por más de ocho meses en la Argentina por órdenes de Estados Unidos, no puede hacerlo porque Washington sancionaría a YPF suspendiendo temporal o definitivamente su licencia para cotizar en la Bolsa neoyorquina. Conclusión: YPF es nuestra, pero hace lo que el imperio le permite que haga.”

Perón- “¡Qué bárbaros! ¿Han rifado a la soberanía política? ¡Tanto qué luchamos para conseguirla en mi primer gobierno, acosado por los vendepatria! Usted es joven y tal vez ni lo sepa ….”

Yo– “No soy tan joven, general. Soy mucho mayor de lo que se imagina. Y ya sé lo que me iba a decir: que en la campaña presidencial de 1946 la consigna era ….”

Peron- (pegando un puñetazo en la mesa) “¡Sí, Braden o Perón!”

Yo- “Eso mismo. En cambio Menem decía que debíamos entregarnos a la concupiscencia del imperio y mantener ‘relaciones carnales’ con Estados Unidos. Hoy la máxima ambición de nuestro gobierno parecería ser congraciarse con el inquilino de la Casa Blanca, o sacarse una foto con Trump, Obama, Clinton, Biden, con quien sea. Porque con el cuento de la globalización y la supuesta extinción de los Estados nacionales los voceros y representantes del imperialismo impusieron la idea de que la soberanía nacional era una reliquia del pasado, un anacronismo mientras ellos se cuidan muy bien de fortalecer a sus Estados, erigir barreras proteccionistas y promover políticas activas de intervención estatal cuando las ‘fallas del mercado’ ponen en riesgo la rentabilidad de los bancos, como ocurrió en la crisis de las hipotecas del 2008. Y nuestra dirigencia, con sus mentes completamente colonizadas, cree que el mundo tiene un líder, un campeón de la libertad, la democracia y los derechos humanos, que reside en Washington y que si queremos que la Argentina progrese tenemos que aceptar vivir bajo sus leyes y someternos a sus mandatos, a sus intereses y los de sus empresas. Para hacer que tamaño desatino sea admitido como algo natural y sensato por nuestra clase dirigente y la opinión pública el gobierno de Estados Unidos elaboró un intenso programa de adoctrinamiento, en el marco de lo que los estrategas y asesores del imperio denominan ‘poder blando’.  Cada año llevan a nuestros jueces, fiscales, periodistas, académicos, militares y policías a Estados Unidos a tomar cursos de ‘buenas prácticas’ en los cuales se ‘formatean’ las ideas de los asistentes que luego, a su regreso, aplican sus enseñanzas en nuestro país. Jueces y fiscales que destruyen el debido proceso, hacen uso y abuso de las prisiones preventivas y pisotean el principio de inocencia; que proscriben a Cristina (como lo hicieron con Lula en Brasil, Zelaya en Honduras, Correa en Ecuador, porque este es un proyecto continental) y a otros líderes populares de la Argentina; que entrenan a periodistas y académicos para que embrutezcan a la opinión pública con sus sofismas y falacias y orquesten el linchamiento mediático de líderes y movimientos populares, prerrequisito para la aplicación del lawfare; y que enseñan a los militares y los policías cómo descerrajar el tiro de gracia del “golpe blando” en caso de que tal cosa sea necesaria, como ocurriera en Bolivia en 2019 y está sucediendo en estos días en el Perú.”

Perón- “¡Esto es gravísimo, porque sin soberanía nacional no hay independencia económica o justicia social!”

Yo- “Precisamente eso es lo que falta en la Argentina actual: independencia económica y justicia social. Es que al tener un Estado semidestruido no podemos hacer algo tan elemental como colocar balanzas en la entrada de los puertos del Paraná para controlar, con el peso de los camiones que transportan los granos y las oleaginosas, lo que los agroexportadores dicen que exportan pese a que sabemos que hacen trampa. Pero como los puertos son privados no podemos ni siquiera hacer algo tan elemental como eso: colocar balanzas fiscales. Tampoco podemos controlar el oro que exporta la Argentina porque las empresas se limitan a hacer una declaración jurada diciendo algo así como que ‘con este envío se exportan 28 toneladas de ‘escombro’ conteniendo una proporción de 24 gramos de oro por tonelada”, sin que el gobierno provincial o el nacional verifiquen ese dato porque no hay personal calificado, no se conoce la tecnología más apropiada para hacer la tarea ni pareciera haber voluntad política de controlar los registros de las mineras por temor a que abandonen el país. Por ejemplo ¡para saber si hay 24 gramos de oro por tonelada o hay 48 gramos, o qué otros minerales salen como ‘escombro’, que pueden ser muy valiosos y cobrar las regalías correspondientes que, por lo general, en la Argentina son más bajas que en Chile o Bolivia!”

Perón- (gritando) “¡Esto es una vergüenza!”

Yo- “Si. General. Y le aseguro que podría seguir toda la noche proporcionándole ejemplos similares o aún peores. Por eso, si nuestro país no cambia de rumbo en pocos años más terminaremos por convertirnos en una vulgar y decadente colonia de Estados Unidos, donde no tendremos ni independencia económica, ni justicia social ni soberanía política, para recordar las tres banderas de su gestión presidencial. De ser así, sobrevivirán algunos pocos vestigios de nuestra historia patria pero no como memoria viviente ni reafirmación de soberanía nacional sino como rictus huérfanos de contenido, nostálgicas efemérides con gestos y celebraciones sin gusto ni ganas, habiendo sucumbido a la prédica de nuevas generaciones de vendepatrias que hace años vienen convenciendo a más y más personas de que este es un “país de mierda” y que lo más sensato que se puede hacer es emigrar lo antes posible.” 

Perón – “Bueno, la verdad Boron es que me ha amargado la noche.”

Yo- “No era mi voluntad, general, pero …” (me interrumpe)

Perón-  “No es que no supiera muchas de estas cosas, pero con la conversación, pude situarlas en un cuadro de conjunto. Tenía las piezas pero no lograba armar el rompecabezas. Ahora sí. Seguro que usted conoce mi aforismo favorito: “la única verdad es la realidad”, y esta charla fue un baño de realidad. Dígame: ¿Advierte algún indicio que presagie el desencadenamiento de una protesta popular que pudiera poner fin a una catástrofe como la descrita?”

Yo – “Sí, aunque todavía es incipiente y está muy fragmentada. Si bien hay un fermento de rebeldía que es inocultable no hay un líder como usted que, en 1945, pudo sintetizar ese estado de ánimo de las masas y producir un cambio decisivo en la historia argentina. La lucha de clases, general, es el motor de la historia y la activación política de las masas son la fuerza motriz de ese proceso. Pero sin conducción y con su sólo rebelde espontaneísmo, sus esfuerzos invariablemente terminan en una nueva frustración. Recuerde lo que pasó en este país con el gigantesco levantamiento popular del 19 y 20 de diciembre del 2001 y el “que se vayan todos”. Se consiguió derrocar al gobierno de la Alianza (lo cual no fue poca cosa) y florecieron las asambleas barriales; pero la dirigencia política capeó el temporal y no se fue nadie; volvieron todos y sobre todo los peores, y la reconversión neoliberal hecha por Menem y ratificada por la Alianza resistió a pie firme el vendaval popular. Sólo con el advenimiento del kirchnerismo comenzaría un lento y muy cuesta arriba proceso de reversión de la gran destrucción de los noventas. Conclusión: estas protestas, heroicas muchas veces, requieren de algo más que la activación de las masas. Hace falta un líder (o una lideresa) y una organización (recuerde su propia frase: “sólo la organización vence al tiempo”) que potencie la productividad histórica de la movilización popular. Y hoy tenemos graves problemas en ambos frentes. El pueblo quiere un cambio, pero el FdT no logra ofrecer algo nuevo y atractivo, que no sea más de lo mismo y para colmo el gobierno comunica muy mal, inclusive las cosas que hace bien (y que no son pocas).  Claro que el espectáculo de sus interminables disputas internas desalienta a su base electoral. No hay líder o lideresa (sea por proscripción y amenaza de nuevo intento de magnicidio, como en el caso de Cristina; cuadros dirigentes que no se renovaron y no han aportado nuevas figuras) con capacidad de convocatoria y conducción y tampoco existe una organización política, sea ésta un partido o un ‘partido-movimiento’ como el MAS boliviano o el MORENA de México, en condiciones de realizar esa tarea.  Y gracias a su tremenda superioridad en el terreno de los medios de comunicación y las redes sociales la derecha, servil como siempre del imperio, cuenta con muchas herramientas para o bien impedir que aquel fermento de rebeldía madure y se disemine por todo el entramado social precipitando el cambio que este país necesita; o, aún peor, haciendo que ese malestar, esa inquietud, encuentre su canal de expresión en una derecha neofascista que con sus gestos grandilocuentes y sus gritos destemplados pretende aparecer como hipercrítica del sistema. Con sus aparatos comunicacionales la derecha, cada vez más fascistizada, siembra el desánimo, la resignación y fomenta la “antipolítica”, sobre todo entre los jóvenes de las clases populares que son quienes más necesitan de un cambio de rumbo y a la vez quienes más desconfían de -o rechazan a- la dirigencia política tradicional. La “antipolítica” es una respuesta conservadora y desmovilizadora, una evasión inducida por las clases dominantes que deja el terreno libre para la reacción y la proliferación de demagogos baratos que se presentan como “antisistema” cuando en realidad son sus más acérrimos defensores. Pero pese todo esto no pierdo las esperanzas de que, ante la postrera conciencia del peligro que representaría un retorno triunfal de la derecha a la Casa Rosada, se produzca un súbito despertar de la conciencia popular y que el pueblo, renovando sus liderazgos, sus estructuras organizativas y sus aparatos políticos “haga tronar el escarmiento,” inaugurando un nuevo capítulo en la historia argentina como ocurriera con aquel imprevisto 17 de Octubre de1945. Y le digo que son muchas y muchos los que están militando para conseguir ese objetivo.”

Perón – “Bueno, ojalá que así sea.”

Yo- “Claro, general. Usted creo que no llegó a conocer la obra de Antonio Gramsci, un enorme intelectual marxista, fundador del PCI. Él decía que el pesimismo de la razón debía conjugarse con el optimismo de la voluntad. De lo contrario caeríamos en la trampa del fatalismo histórico, desmentido por la crónica de los tiempos pero que aún así perdura en el imaginario popular. Yo conservo ese optimismo de la voluntad sin perder de vista los datos duros de la realidad.

Perón “Gramsci, Gramsci …. Alguien me habló alguna vez de él. Puede haber sido Cooke, Gelbard, vaya uno a saber… Pero me parece que lo voy a tener que leer porque sin ese optimismo de la voluntad no podríamos haber hecho lo que hicimos entre 1946 y 1955.”

 Yo- “Claro que sí, le aseguro que le va a ser de mucho provecho, general. Además Antonio anda también él por allá arriba y podría tener una charla con él. 

Perón- “Lo buscaré. Hay varios tipos muy interesantes por ahí.”

Yo- “Bien, general, se me ha hecho tarde. Me voy a ver el show de mis amigos así me relajo un poco después de esta conversación. Un honor haber podido charlar un rato con usted, y espero que esta asombrosa (¿sobrenatural?) aparición se repita en el futuro, tal vez con la ayuda de aquellos ‘santos milagrosos’ que Martín Fierro invocara para que le ‘aclarasen su entendimiento’. Fiel al imperativo gramsciano me despido pues con este saludo: ¡Patria o muerte, venceremos!”

Perón– (sacó a relucir su sonrisa gardeliana, me guiñó un ojo a la vez que levantando un pocillo de café como si fuera una copa de vino me respondió, con tono firme): “¡Claro que sí, venceremos!”

 

 

Fuente: atilioboron.com.ar